Una madre no nace…¡Se hace!

A veces creemos que el hecho de ser mujeres, brinda mágicamente las herramientas para ser madres; nada más alejado de la realidad. No hay forma de haber nacido con una lista llena de trucos para lograr criar sin perder la paciencia, sin gritar, sin sentir culpa.

Una mujer nace siendo simplemente eso, una mujer. Una que con el paso de los años decide traer al mundo a un ser humano para cuidar y amar, para brindarle compañía y atención, para ayudarlo a encontrar el camino que le de plenitud y felicidad, pero su “estado de mujer” sólo es suficiente para parir, porque para educar, criar y cimentar las bases de una buena conducta, se necesita mucho más que tener sexo femenino. Se necesita equivocarse, sentirse cansada, llorar y reír, pedir consejos y a veces darlos. Para ser mamá se necesita dar tiempo sin perderlo para sí misma, dar amor sin olvidar el propio, cuidar sin perder autoestima.

Ser mamá no es fácil, es quizá la tarea más difícil, porque cómo le dices a tu mente que la primera en tu vida debes ser tú, cuando tu corazón, sí…tu corazón de madre, vuelca todo tu ser hacía esa personita a la que le diste la vida.

Las mujeres nacen siendo sólo mujeres y con convicción, paciencia, donación  y muchísimo amor, se  convierten en madres.

Un aplauso para todas aquellas que siguen aprendiendo cómo ser las mejores, que se despeinan, se deprimen, se ponen eufóricas y otras veces quisieran salir corriendo. Un reconocimiento por su coraje y valentía. Seguro al final del día ese corazón de mujer, que decidió ser también el de una madre, les dirá… “Tranquila, una madre no nace, se hace y tú lo estás haciendo bien”.

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